Ella lo amó, hasta qué punto no sé, nunca admitió; sin embargo, con él su tiempo perdió.
Se iban a todas partes, se iban de paseo, de viajes; con nostalgia ella lo contó.
Con una mezcla de pena y dolor, los momentos que pasó a su lado recordó.
Yo, callado, sin mencionar palabra, la escuchaba; la envidia me mataba, me torturaba.
No se daba cuenta, pero cuanto más seguía con sus relatos, entendía que lo amaba.
Yo, mudo, tragaba salivas, contenía las lágrimas, pues para ella yo poco significaba.
Me decía que me amaba, pero yo siempre supe que lo de amarme era una mentira.
Conversando nos sorprendió la madrugada; yo, quieto, oyendo sobre su vida pasada.
Sentí una rara sensación que se apoderaba de mí, una especie de rabia y curiosidad.
Luego comprendí todo, que no importa el daño que alguien hace, igual será amado.
Mientras que algunos luchan por un amor, otros sin merecerlo obtienen como regalo.