Aspiras a la luz que llega a todos,
al cosmos que esa luz puede alumbrar,
a un tesoro que ignora el ambicioso
y a la gracia de solamente amar.
Tus pies ansían pavimentos de oro,
tus labios una piel para besar,
tu corazón desea el alborozo,
tus brazos a otro ser para abrazar.
Suspiras por la música del todo
y en piedras de arco iris habitar.
Imaginas vivir perpetuo agosto
en prados que se ven al ensoñar.
Anhelas la ciudad de paz celeste
y el palacio del lúcido cantor.
Allí la noche es día permanente,
y el día mismo, plena luz de Dios.
Mucho aspiras humilde al agua simple,
a frutos amasados por el sol.
Quieres ser vino dulce para el triste
y el aceite en las manos de la unción.