Nhylath

Despedida

¡En aquella tarde gris!...

¡Quedaron en mis 

temblorosas manos,

rosas rojas que no quise lanzar

al vacío en el momento 

de tu despedida,

conservándolas

entre los recuerdos 

de nuestra convivencia 

en esta dimensión!

 

¡Rosas que jamás marchitarán,

manteniendo su lozanía 

con el rocío de mis lágrimas 

brotadas en silencio...

en un silencio profundo 

que solo las corolas

sentirán el roce

de cada gota llena de amor

deslizada en sus pétalos!

 

Y tú, mi amado Martin, 

bendiciéndolas 

desde la Eternidad 

en cada amanecer,

dándome fuerzas 

para continuar por estos senderos 

¡sin ti!...

 

Nhylath