El cuerpo de una mujer es un verso infinito,
un lienzo esculpido por el tiempo y el mito.
Montañas que hablan de fuerza y dulzura,
valles donde habita la esencia más pura.
Es un río que fluye con ritmo sereno,
un mapa que lleva al amor más terreno.
En sus curvas descansa el arte divino,
un universo que nunca halla su destino.
Sus manos, refugio de historias calladas,
sus pies, senderos de luchas ganadas.
Y su piel, la caricia de la creación,
un poema que late con cada pulsión.
No hay joya que iguale su ser tan completo,
ni obra que alcance su espíritu inquieto.
El cuerpo de una mujer, belleza sincera,
es la forma en que el cosmos se viste de quimera.
-G.A-