¿Qué sería de mí sin el arte,
sin la música,
sin los libros,
sin mis escritos,
sin mis dibujos,
sin mis mandalas?
¿Qué sería de mí sin mi esencia,
sin mis luceros contemplativos,
sin mis manos sensibles,
sin mi corazón empático?
¿Qué sería de mí en un mundo
donde todo fuera tan monótono
y desprovisto de significado?
Mi mundo es un torbellino,
un manantial,
un lugar divino.
La felicidad coexiste con la tristeza,
y el odio no encuentra cabida.
Mi capacidad infinita de amar,
de vivir,
de saborear cada uno de mis momentos…
¿Qué sería de mí sin mi manera
genuina y única de ser?