Ay que dolor sin quejidos
amarte más que a un lucero
y arrastrar el peso del mundo
por cuestas y por senderos.
Por tu pecho me duele el sol,
por tu boca... el mes de enero
y por tus piernas tan suaves,
la seda roja de los infiernos.
Quien me aliviará esta pena
de flores vivas en invierno.
Cuando el agua se haga hielo
y el amor no entibia el lecho.
Ay que dolor sin quejidos,
amarte sin contar el tiempo
y deshojar mil rosas en abril
por las heridas de un beso.