En el silencio se rompen las horas,
el eco de tu voz nunca se evapora.
Te encuentro en los rincones de mi mente,
un susurro eterno, un latido insistente.
Eres el cielo que no puedo tocar,
la estrella fugaz que no dejo de mirar.
Inevitable es pensarte y perderme,
en esta galaxia que hicimos al vernos.
Tus ojos, constelaciones que arden,
dibujan caminos que nunca se apagan.
Y aunque el tiempo intente borrar el ayer,
las memorias brillan, no saben ceder.
Te llamo en cada sombra, en cada destello,
en cada noche, en cada sueño bello.
Eres un ciclo que nunca termina,
la órbita fija de mi vida encendida.
Inevitable como el sol al amanecer,
como el pulso que nunca va a ceder.
Eres mi universo, mi fuerza y caída,
el todo y la nada, mi eterna partida.
-G.A-