El viento del cambio resuena nuevamente en su llegada,
Tiempo negativo lo que refleja su limerencia diamantada,
Místicos maestros que encarnaron otra vez en esta Tierra envenenada.
Desde su partida se olvidaron los viejos hábitos, y el incienso ahora se desmorona en aquel cajón de roble ,
Los amuletos se quemaron en el último encuentro admisible, y los mantras se olvidaron de sus versos emisibles.
Alma pintada de carmín de fuego, Atrapada en la nitofilia de su placebo, Carácter de dragón y mirada sin apego.
Promesas que sangran verdades, y besos que claman placer, daga de cuarzo que entregó a ella a su merced,
Mundos de espejismos y secretos de presagios,
Ella es la última con la luna en su piel, y las estrellas en sus labios.
Se vuelve cenizas de su olvidó, y renace de su fé,
voz de ave de fuego que calcina su desdén.
Unidos por el destino de lo inevitable, Castigados por su ego y elevados por su humildad,
Bendecidos por el cosmos y envidiados por su humanidad.
Han de completar la última de las tareas que su Dios les ha de encargar,
Protejan al mundo de su propia dualidad,
Y con la energía de su ser, sanen lo que no se puede ver.
Al unirse una vez más, la vida cambiará,
El tiempo retrocederá y su amor jamás se desvanecerá.