No fue hasta que deje de temer a la oscuridad,
Cuando confíe en mí y encontré mi verdad,
Comencé a brillar, y continúe mi caminó,
A cambiado la meta pero es el mismo destino.
Di ese salto de fe. Como un asesino llevo mi credo,
Y recuerdo aquella cicatriz cada vez que me pierdo;
Se adónde ir, se que tendré que caer y repetir,
Que aquí puede hacer lo que sea menos huir.
Puedo llorar, reír, gritar, hablar de eso se trata vivir,
Y al final de cada capítulo no podré sonreír,
Pero es alentador que al final no se que toca,
Por eso continuo cada día, esa emoción que provoca,
El vivir superando todo como si fuera un nivel,
Para llegar más allá de lo que imaginaba,
Quién iba a decir que ese niño que siempre lloraba
Hoy se levantaría y daría todo como un campeón.