Sostener mi mirada
para dialogar con tu alma
me es tan mío el desafío que hiere
cuando me dice cosas que me alarman
porque sé que son verdaderas
y oportunas que huyo hacia mi calma
dejándolas que me desnuden
y que me bañen como luz que penetra mi ventana.
Mirar tu mirada me llena
de la paz buscada con rabia
mirar cómo me miras observando
y yo no sostengo la acogida con que hablas
miro el suelo y miro el trueno
de mis propias marejadas ignoradas
necesito que me mires, aunque me ignores
y yo supongo que me alojo cada día en tu almohada.
Yo contigo me acostumbré a la vida
y te ando a cuesta como un rezongo
que me interpela desde la alegría
aunque lo vine a comprender con el solano
como mirarme menos para serme más
y esa intriga que se nos aloja en lo incierto
tan atractiva e insolente
que siempre la vuelvo a abrir
y me despierta como alma sacudida por fanfarrias
recordándote mucho cuando menos te necesito
ha sido la prueba de mi absoluta libertad.