Había dejado mi pluma
dónde mis notas
que hablaban de mi sentir,
cuando miraba por aquella ventana
que me llevaba al cuarto del olvido
dónde todo oscureció
y ahora es un cajón vacío.
Pero miro más profundo
y veo la sonrisa ajena asomar
por la curvatura de tu cuello
y la escena se explaya y agranda;
veo tu espalda desnuda
siendo abrazada por otras garras.
Y no es dolor lo que siento,
sino que es el entendimiento lo que ahonda,
Y saber que mis recuerdos
ahora son parte del césped cortado.
Ya no pertenezco a tu jardín
y tú cada día te marchitas más
en mi huerto de corazones.
Alimentamos esta mentira,
pero aún no entiendo,
porque seguir dándole vida.