CARNICERÍA AÚN ABIERTA
Cuando aún se despachaba dentro,
ya la fiesta sonaba y los cohetes se dejaban oír
por todas partes, con la banda del pueblo atronando
pen la calle, por la avenida y alrededor de la plaza principal.
La verdad es que un tumulto de voces infantiles
casi secaba las gargantas a la puerta del colegio
y a la entrada de todos los cuartelillos,
pero era preciso apurar el instante,
ultimar los encargos de chorizos, morcillas
aún pendientes, los de la última hora,
al final de una larga jornada de trabajo.
Y luego, ya sí, recoger, cerrar.
Y, con las fuerzas intactas,
incorporarse a la fiesta de lleno.
Gaspar Jover Polo