Salvador Galindo

Lo que sea

Pensar en lo infinito,

así como lo piensan esos aduladores,

aspirantes a señor de las gaviotas,
a cualquier precio

no me vale ni me llena
que salden sus cuentas

tretas y demases fiascos

según la forma más o menos astronómica

de las musillas esas de medio tiempo.


Si solo atinaran a deslizar sus cuerpos criminales

contra los bordes de las olas.

Y no sé, no sé si declamarlo ¿cómo?

como plasma o furia azul,

como azul subvertido

o como reverberante tono crudo

de un cielo que vomita con resaca.

 

He ahí donde callé y masqué,

minando espaldas y certezas,

la nube infumable que bullía de mi atómica cabeza.

Incertidumbre,
para marcar territorio e imprimir allí nuevos ayeres y mañanas.

Nubes,
para convalecer sobre todas las proas habidas y por haber en medio del Pacífico.

Caos,

para armarme un jardín de nuevas rosas y nuevas espinas,

ser yo mismo híbrido de rosa y espina.

Caer
arribar

divagar
caer

para así aliviar mi digestión ante esta postre de infinito,

y de paso, mis pensamientos.