FRANCISCO CARRILLO

Somos.

Somos, la rosa encendida

la frágil luz de la aurora,

la brisa, que peina la sombra

la escarcha seca, del día. 

Somos el canto del alba

el llanto, de caracolas

la tortura de la risa

la esperanza, de las horas. 

Somos parte de esta vida

un paréntesis de cosas,

la llama, que agoniza

y la luz más cegadora. 

Somos la espada afilada

el lamento de un suspiro,

frágil cuerda de guitarra

y el filón de lo prohibido. 

Somos tesoro de nada

la vacuna del temor

de locura, la terapia

y bandidos del amor. 

Somos la luna mojada

y en la noche, somos sol

somos hoguera, resplandor

y a veces, no somos nada. 

Somos la paz y la calma

el sosiego del momento,

y somos, a veces estruendo

y otras veces somos rabia. 

Somos el cielo estrellado

la burbuja, la mirada

el clamor de la batalla

y la paz del mundo entero. 

Somos causas alocadas

gritos en el silencio,

el sonido de una bala

o la estrella, de algún cielo. 

Somos almas pasajeras

peregrinos de un encierro,

collares baratos de plata

de los tesoros de un cuento. 

Somos aves que transitan

entre cristales fundidos,

una especie que ha extinguido

su rabia, entre alegrías. 

Somos el alma de un trino

la verdad de una mentira,

el espacio que hay perdido

entre versos de poesías. 

Somos poetas y esclavos

de una pluma que domina,

el sonido de una rima

y el placer de comentarlos. 

Somos, cual dinosaurios

que viven en melodía.