Somos, la rosa encendida
la frágil luz de la aurora,
la brisa, que peina la sombra
la escarcha seca, del día.
Somos el canto del alba
el llanto, de caracolas
la tortura de la risa
la esperanza, de las horas.
Somos parte de esta vida
un paréntesis de cosas,
la llama, que agoniza
y la luz más cegadora.
Somos la espada afilada
el lamento de un suspiro,
frágil cuerda de guitarra
y el filón de lo prohibido.
Somos tesoro de nada
la vacuna del temor
de locura, la terapia
y bandidos del amor.
Somos la luna mojada
y en la noche, somos sol
somos hoguera, resplandor
y a veces, no somos nada.
Somos la paz y la calma
el sosiego del momento,
y somos, a veces estruendo
y otras veces somos rabia.
Somos el cielo estrellado
la burbuja, la mirada
el clamor de la batalla
y la paz del mundo entero.
Somos causas alocadas
gritos en el silencio,
el sonido de una bala
o la estrella, de algún cielo.
Somos almas pasajeras
peregrinos de un encierro,
collares baratos de plata
de los tesoros de un cuento.
Somos aves que transitan
entre cristales fundidos,
una especie que ha extinguido
su rabia, entre alegrías.
Somos el alma de un trino
la verdad de una mentira,
el espacio que hay perdido
entre versos de poesías.
Somos poetas y esclavos
de una pluma que domina,
el sonido de una rima
y el placer de comentarlos.
Somos, cual dinosaurios
que viven en melodía.