Mil vaggio

Para una lira.

La lira es analfabeta, pero sabe llorar,

sabe de amores y de penas.

Distingue entre el otoño y la primavera,

conoce el canto del grillo y el peculiar sonido de la rana.

 

No estudió canto, pero nació cantora,

la lira no estudió cómo se vive, sin embargo, sabe vivir.

 

¡Ah, qué lira tan loca!

Resuenan sus acordes por los rincones del alma,

sabe de labios y de entregar la vida,

ama con rabia y pasión.

Quizá desconozca los días, pero sabe qué hay en ellos,

tiene el sueño de la sirena.

 

Resuena por las cantinas,

en algún funeral de pueblo,

se le ha escuchado en alguna calle de la ciudad,

en el Palacio de Bellas Artes.

 

¡Oh lira! Lira de madera fina,

salpicás de magia el mundo,

no haces enemigos,

no creas discordia,

y de tu cuerpo crecen ilusiones

que echan raíces en el espíritu.