Me pregunto por qué no puedo amarte,
por qué al mirarte no arde la chispa,
por qué mi corazón no te llama mujer,
sino amiga, refugio, calma.
Tal vez es que tu risa me sostiene,
pero no me hiere;
que tu presencia me serena,
pero no me consume.
Quizá te quiero así, sin pasión,
porque en ti busco claridad,
y el amor, lo sé, el amor
es siempre un juego turbio.