Debo admitir... que este dos mil veinticuatro
no me comprometí con la poesía;
aunque sí acomodé a algunas en cuatro
estrofas, ninguna, se lo merecía.
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Debo admitir que babeé en el teatro
de darles un masaje por cortesía,
al oído mentir que las idolatro,
desechándolas, por una badomía.
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Debo admitir que de muchas me equidisto
solo por el maquillaje de portada
o cuando a sus memorias... no las resisto.
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Dedo admitir en medio de la camada,
que muchas prosas me dejaron en visto,
que alguna se me entregó, y yo... no hice nada.