Que bonito lo que siento cuando amanezco modo flor, siento que soy explendor y que nada puede marchitarme.
Siento un deseo constante de adornar y florecer, de apreciar, agradecer de sumar y de aprender.
Hay dias de modo flor y hay dias de caracol, donde me escondo del sol y vivo debajo de una piedra, donde nadie se aparezca a iluminar mi oscuridad, porque ahi encuentro paz y un silencio necesario.
Ambos modos los admiro, y aunque el caracol y la flor viven mundos parecidos los dos son heroes heridos que han luchado y sobrevivido.
El caracol se alimenta de la flor en ocasiones, le causa algunas lesiones, temporales, no permantes pero tiene antecedentes de hacer daño sin pensar.
La flor es muy especial y conoce todos sus defectos, lo acaricia, le da techo, con paciencia ella lo escucha, le ha eseñado que el amor es mucho mas fuerte que el miedo, la violencia o el desapego.
El caracol ya no es ciego y se rinde ante su flor, ya no va de planta en planta dañando sin ser consciente, ya solo espera paciente en su oscuridad tranquilamente.