Voy a entregarte el erudito bosque enajenado;
el almacén abierto hasta las doce,
la cantidad inexistente de regresos.
Voy a entregarte el abultado sexo convenido,
las oberturas de una música en reversa
y mis hermanas congeladas en la feria.
Voy a entregarte la mano, sin anillos opulentos.
Voy a entregarte la ciudad completa,
la lluvia en mis cordones y llanto en los tejados.
Voy a entregarte -antigua amiga- mi sentencia,
las humaredas en los patios desvestidos
y la peor caligrafía para amarse.