Eres la flor
que sella el aire.
Eres lumbre detrás de una ventana.
Callada,
al agua te pareces.
Amo el don de la voz
cuando me nombras.
Amo tu sólida fragilidad.
Mi sitio, tú;
y tú, la luz que apago
la última. Me descentras con ternura,
me robas mis abrazos más viriles
y el sueño. Donde tu cuerpo termina,
nada.