UNA CESTA CON HIGOS
Parta llenar una cesta con higos
solo teníamos que salir del pueblo
unas decenas de metros, y avanzar
en línea recta por el camino de asfalto,
y cruzar el extrarradio
a partir de los dos últimos edificios,
eso sí, con una cesta oscilando
al ritmo de nuestros pies.
Para hacer acopio de unos grandes higos
frescos, aromáticos y jugosos,
y sobre todo muy negros
bajo la sombra del pámpano,
solo era preciso avanzar en línea recta
hasta llegar a la higuera
de al lado del cementerio,
aunque más allá de la sombra
que proyectaba el castillo,
y de las calles, las plazas, los barrios
con sus festejos locales y sus pomposos desfiles
y pasacalles. Y, eso sí, ya a la vuelta,
cargar con la cesta llena
de un fruto tan ideal.
Gaspar Jover Polo