Un discípulo de Jesús se humilla ante Dios.
se arrepiente de su iniquidad,
cree con todo su ser en su verdad,
y sigue su palabra con fidelidad.
Un verdadero discípulo de Cristo,
está sellado con la salvación en su corazón,
y en todo tiempo comparte el mensaje
de redención, amor y perdón.
Cada día, un verdadero discípulo de Cristo
crucifica su carne, rechazando el pecado,
y así mantiene un templo limpio,
donde Jesús se hospede por siempre.
Las enseñanzas del maestro Jesús son vida,
el único camino para vivir en el cielo, allá está nuestro verdadero hogar eterno.
Todos estamos invitados; el requisito
es que Jesus sea el único dueño de nuestros corazones, adorando y alabando su nombre como el Rey de reyes y Señor de señores.
Un verdadero discípulo de Cristo sabe
que está en guerra espiritual constantemente,
pero su fe en Jesús nunca se apaga,
porque Él es su refugio, su roca,
y sabe que su alma le pertenece al Salvador.
Entonces reciban con gozo si es necesario,
su sentencia de muerte en este mundo pasajero.