finalmente me despido
de la calle angosta que
ya me adivinaba
(con algún cristal
envejecido)
de mirarte libre
como en una esquela;
de saber que eras
lo que nunca anduve.
finalmente me despido
de la maña suelta
del burro destino
de la oculta esfera
por otros balcones;
de saber que era
lo que no anduviste.