Apegados y anhelantes,
en la danza de la vida,
buscaremos la cordura
entre risas compartidas.
Tú y yo, tan diferentes,
como el día y como el sueño,
como el eco de un susurro
y el latir de un viejo empeño.
Pero en el fondo, tan iguales,
como el alma en su ternura,
cual dos gotas de agua pura
que se encuentran en los mares.
Juntos, sin miedos desafiantes,
haremos del tiempo un puente,
y seremos, simplemente,
dos reflejos, siempre amantes.