En tiempo juveniles era hermoso reunirnos los amigos
saliamos cansados pero contentos de los ensayos de baile
organizabamos caminatas al salado a ver ocultarse el sol
en los domingos en que las atardecidas nos llenaban de añoranzas
y era hermoso contemplar como el sol iba muriendo sobre el estero
pintando el agua y el cielo de rojo encendido
que luego se volvía anaranjado, con destellos dorados.
Primero el disco solar redondo con color de oro viejo
descendía besando las aguas que se sonrojaban a su beso
y se dejaba atrapar poquito a poco
poseyendo a la alta marea como a una hembra
penetrando en sus aguas, iba perdiendo
su redondez y su encendido que embrujaba los sentidos.
Bajaba se perdía el cielo arrebolado era el testigo
y nosotro al márgen en la orilla,
en fila todos o abrazados como amigos
nos deleitabamos contemplando el panorama
y ver como las sombras de la noche ponían su cortina a los amantes.
Luego organizabamos la toma del cafgé o el chocolate,
alumbrando la estancia de la casa a la que ibamos
con velas para hacer más romámtico el momento
cantabamos pasillos, repetíamos las coreografías
las canciones de Serrat a la orden del día
los poemas aprendidos de Neruda , de Buesa o de cualquier otro
y también los que escribiamos, incipientes poetas
de aquel tiempo de versos rebuscados, pero
hablando siempre de enamorados
o de la revolución en la que un día estaríamos.
y todo nos parecía gracioso. nos buralabamos asi
de lo absrudo de ciertas cosas.
celebrabamos la vida, gozabamos a plenitud,
nuesra hermosa y lejana juventud.