La sonrisa de un niño con su nuevo juguete es un destello puro, un instante en el que la felicidad parece tangible. No importa si el regalo es costoso, un simple juego de crayones para colorear o un poncho de alpaca real, como canta Mercedes Sosa.
Sus ojos brillan como si en ese pequeño objeto se escondiera todo un universo por descubrir. Es una sonrisa que no entiende de límites ni condiciones, un gesto sincero que contagia alegría, recordándonos la magia de encontrar la felicidad en lo simple, en lo inmediato.
En ese momento, el tiempo se detiene, y el mundo entero parece girar al compás de su risa.