A veces me pregunto, de forma melancólica,
si acaso se ha perdido del hombre la pasión
por ver brillar las luces de la divina aurora;
¡que trae de clemencia su abrigo redentor!
También observo a veces la gran indiferencia
que muestran corazones carentes de piedad;
¡y veo tristemente la falta de nobleza
que niega la dulzura de gracia espiritual!
Camino las veredas buscando el alma diáfana
que ofrezca la ternura de célico arlequín;
con esos atributos de cálida mañana
que sabe con sus rayos bondades repartir.
¡Y en cambio siempre miro la negra ingratitud
que impide al ser humano, de amor mirar su luz!
Autor: Aníbal Rodríguez.