Elias Castellano Blanco

UNA VISITA

DEDICADO AL CASTILLO DE MI PUEBLO

 

Miré su silueta en la lejanía,

robusta, austera y a la vez altiva.

Contemplé la torre que alta subía

y en ella, mi alma se llevó cautiva.

 

¡Sobre el olivar la tarde caía!

 

Era todo mayo una sinfonía 

de dorado cielo y verdes matices.

El alegre arroyo a sus pies corría

cantando recuerdo de años felices.

 

¡Sobre el olivar la tarde moría! 

 

Mírame -le dije- aquí todavía

vengo a contemplar tu porte de espiga

retando al tiempo con tu bizarría.

Silueta querida, amante y amiga.

 

¡Sobre el olivar la noche yacía!

 

La tarde murió. Llena de harmonía

la luna al nacer lo pintó de plata.

Aún vive en mi alma aquel bello día

y en mi mente está, su silueta grata.