Amarrido
Soy el hombre que anhela saludarte con besos,
pero tú, vas y vienes, con tus ojos traviesos,
dando al otro miradas, olvidándome a mí...
yo que ruego y te escribo con promesas del alma,
yo que estrujo papeles y a tus pasos doy palma;
pero tú, solo ignoras, y me dejas así...
Yo que entrego la vida, deshojándome el pecho,
yo que busco tus manos y me niegas derecho;
acechándome siempre, según tú, por adiós...
yo que inundo las noches de poemas y cantos,
pero tú, vas y vienes, y me causas más llantos,
al decir que no importa la canción de los dos.
Por un día sonríes, por el otro me ignoras
y me dices mentiras y hasta veces imploras,
que no deje de hacerlo, que no dude de mí.
Pero, al otro le entregas la pasión de tus sueños
y te pasas contando con jardines de empeños,
cuando el dice y te engaña, que se muere por ti.
Y si alguno pregunta, ¿qué ha pasado contigo?
Tú, te vuelves diciendo, que soy solo un amigo,
quebrantando el momento, diluyendo mi amor;
pero al otro lo expones, le propones camino
y es así, lentamente que este amor peregrino
se descifra en tus manos, a partir del dolor.
Samuel Dixon
Achuapa, 06 de enero 2025