CANTO XLXII
Por el cruce del camino
que va de Penela a Porto
se oyen cantos por la sierra
en medio de un alboroto.
Entre gallinas y bueyes
y corderos en su cerco
lanzan al aire bramidos,
balidos y cacareos.
Sobre el aire las gaviotas
echan plumas en su vuelo
envueltas del blanco liso
de las nubes en el cielo.
En el Bosque de Bussaco
los búhos y los gorriones
actúan sus danzas libres
sobre el techo de los árboles.
Las jovenes de Almacil,
y las viudas de Monsanto
van a comprar bacalao
en los mejores mercados.
Sabor a menta y canela
ronda el aire seduciendo;
visión de un sueño imposible:
cruza una barca a lo lejos
El Tejo teje y desteje
siluetas de gris y cieno,
mientras llega, desde el mar,
revuelos de arena y viento.
Leña por patios y claustros,
para arder el año viejo,
y las hogueras arrastren
todo lo malo, bien lejos.
Algo singular que llega
ese día como hechizo,
cuando entra al calendario
un diciembre veinticinco.