felix rizo

CANTO XXVII

CANTO XLXII

Por el cruce del camino

que va de Penela a Porto

se oyen cantos por la sierra

en medio de un alboroto.

 

Entre gallinas y bueyes

y corderos en su cerco

lanzan al aire bramidos,

balidos y cacareos.

 

Sobre el aire las gaviotas

echan plumas en su vuelo

envueltas del blanco liso

de las nubes en el cielo.

 

En el Bosque de Bussaco

los búhos y los gorriones

actúan sus danzas libres

sobre el techo de los árboles.

 

Las jovenes de Almacil,

y las viudas de Monsanto

van a comprar bacalao

en los mejores mercados.

 

Sabor a menta y canela

ronda el aire seduciendo;

visión de un sueño imposible:

cruza una barca a lo lejos

 

El Tejo teje y desteje

siluetas de gris y cieno,

mientras llega, desde el mar,

revuelos de arena y viento.

 

Leña por patios y claustros,

para arder el año viejo,

y las hogueras arrastren

todo lo malo, bien lejos.

 

Algo singular que llega

ese día como hechizo,

cuando entra al calendario

un diciembre veinticinco.