Allí donde él estiró su dedo
el vino se convirtió en agua
¡el real hombre bomba de tiempo!
sin jueces ni rebaño ni tela-arañas.
El real martillo con patas,
con bigotes y con seso... mucho seso.
Le hizo la vuelta invertida
a las tortugas de la metafísica
y con ellas se hizo profeta de sí mismo
y de nadie más que de sí mismo.
Él, insecticida histórico
cauterizando a las moscas
que chupan del estigma de la cruz.
Con el martillo que filosofa,
derrumbó el edificio fantasmagórico
y la eterna pregunta incontestable
de filósofos y sacerdotes.
En el lustre de sus frentes, el signo peso,
y allí vino él a hipotecarles la mente.
Allí donde él estiró su dedo,
el vino se convirtió en agua.
¡El real hombre bomba de tiempo!
El real martillo con patas,
con bigotes y con seso... mucho seso.