Soy la pena, soy un verso.
Un verso que camina entre escombros
de líneas rotas, borradas,
pero no olvidadas.
Soy la pausa entre los puntos,
titubeo en la espera que esconden las comas,
me aferro a los puntos suspensivos.
Siento su vértigo; respiro, lo abrazo,
como quien teme al abismo
pero lo ama en secreto
y no puede dejar de mirarlo.
Soy un verso que busca calor:
de un eco,
de una rima que me complete,
de un final que me libere
o me consuma adrede.
Espero.
No llega.
Solo hay silencio.
Y en el silencio,
soy más verso que nunca,
eterno.
Y acepto:
soy la pena de un verso inacabado,
incompleto.