Eres el bienvenido, Amor, al templo
de carne misteriosa que soy yo,
a la noche tejida de mis músculos
y al nervio espiritual de mi oración.
Tú, el bienvenido entre estos que aparecen
en mi vida de polvo y agua y Sol.
Te conozco en el júbilo divino,
en las páginas santas de mi Dios.
Ya que con tu palabra resplandece
la arquitectura celestial, Amor
(Que el Amor es palabra de saber
más fuerte que huracán de muchas voces).
Son las cartografías amorosas
abiertas en las noches para el hombre.
¡Cómo alumbras, Amor, los mundos muertos
a su Resurrección monumental!