En una mañana de invierno
que siempre de sombras se nublan;
pensando en su esbelta figura
bordaba en mi mente su cuerpo.
Soñaba beber de sus besos
la miel que provoca lujuria;
mirando brillar a la luna
con luces de eternos deseos.
De pronto, lo mismo que espumas
se fue diluyendo mi sueño;
quedando tan solo mi pluma
que escribe mi triste lamento;
que tiene el aroma de lluvia
que besa las hojas del cedro.
Autor: Aníbal Rodríguez.