Mil vaggio

Profanador.

A veces profano los sueños, los largos silencios, los conciertos de gorriones, la nada y el olvido. No creo en el vacío; todo me parece constituido aunque sea por un eco. Profano el mar que me enloquece con su ruido, el espacio que duerme como un niño. Pienso entonces en qué lugar se guardan nuestros pensamientos; quisiera desenterrar algunos, algunos besos, algún hecho que marcó a fuerza de cincel en la roca un acontecimiento en mi alma. Siento que el mundo es un gran cementerio y me ataca la pasión del arqueólogo.