Freddy Kalvo

¡Ay, qué pena!

De la montaña bajaba

un río muy cristalino,

fresco y puro;

pero lo contaminaba,

el veneno más dañino...

¡El cianuro!

 

Los pájaros que cantaban

y las liebres que corrían…

¡En los huertos!

Sus cuerpos contaminaban

con el agua que bebían…

¡Y están muertos!

 

La avaricia no escatima

a pesar de tanta muerte,

por el oro.

No le importa si lastima

y el poder más la pervierte,

sin decoro.

 

El malvado se aprovecha

y sustenta decisiones

con sus egos;

y el infame siempre asecha

con sus vastas ilusiones,

a los ciegos.

 

¿Quién podrá ahora salvarte

de las garras del malvado,

que envenena?

Hoy yo quiero preguntarte:

¿Por qué vives engañado?

¡Ay, qué pena!