El amor junto a ti
se siente como pedirle un deseo
a un diente de león,
con la certeza de que se va a cumplir.
El mayor placer que experimento
junto a ti es sentir tu corazón latir
cuando me abrazas.
La sencillez de los pequeños gestos
es lo que te hace grande:
hacerme reír cuando ni siquiera
estoy de humor para sonreír,
los “te quiero” escapados,
ser diferentes para sumarnos y complementarnos.
Que, junto a ti,
de mi sensibilidad crece un jardín
lleno de flores;
que la alegría se me escape de los labios,
junto a mis ojos achinados.
Que sigas mostrándome las piezas del rompecabezas
que aún no logro ver.
Hoy es una de esas noches donde las piezas
de mi corazón quieren ser reconstruidas por ti.
Me siento eléctrica cuando me ves,
y cuando tus ojos tocan mi piel;
la tristeza que llegué a poseer
deja de doler.
Si el universo nos presentó,
¿Quién soy yo para negarme a esto?
Sé que soy la escritora, pero me urge que voltees de nuevo ese reloj de arena,
y que yo sea el último grano que caiga al otro extremo.
Me urge que tú me hagas novela;
que el prólogo lleve mi nombre
y el epílogo mi apellido.