MIGUEL CARLOS VILLAR

En penumbra

En penumbra

 

 

Desafiando al sol,

una ceguera homérica

me envolvió en penumbra total.

Los arcoíris se apagaron en mis pupilas,

y el escenario de la infancia

alzó el telón del inconsciente.

En ese teatro íntimo,

desfilaban pastorales aún por vivir:

horizontes soñados,

valles en flor,

riachuelos

que se derramaban en tímidas cascadas,

y árboles que,

en el umbral del otoño,

desplegaban su paleta de colores.

Aves migrantes del norte

hilaban con sus cantos

la sinfonía del viento,

que jugueteaba

entre las copas de los cipreses.

Me abandoné al ensueño

en este idílico momento,

para escapar de una realidad

que no deseaba retar.

Me resistía a recuperar la visión,

temeroso de encontrarme

con ese sol despiadado que,

en lugar de calidez,

arroja su luz sobre un mundo de sombras:

una sociedad corroída por las injusticias,

donde las ansias de poder,

la mentira y el desdén mutuo

amenazan con desmoronar

las frágiles columnas de la democracia.

 

Sumido en esta oscuridad

encontré un refugio

donde los sueños florecen

y la belleza persiste,

aunque solo sea en la memoria.

En este retiro,

decidí demorar la vuelta a la realidad,

dejando que el espíritu

respirara un poco más de eternidad.