Llegabas como la luna.
Al caer la noche.
Deshaces la escarcha
que enfría el alma.
¡Lo portante era el momento!.
Convertías la periferia
en centro.
Lo insulso
se hacía extraordinario.
Lluvia fina caída del cielo
en pleno estio.
Cada diario era festivo.
No es mentira
que el paraiso
esta al lado del precipicio.
Goce sin prisas.
Cada final,
un nuevo principio.
No había señales de peligro.
Etica con estetica:
¿A qué me queda bien?,
decías.
La vida era una novela
que se escribía sola.