MI ESENCIA
La tarde, lozana, como un jardín de verdes vibrantes,
se desliza entre el parpadeo de un día feliz.
¡Una esperanza bendita!
Una primavera eterna,
una mariposa posada sobre una rosa.
Es mi mariposita, llegada con colores que empapan el aire,
como un suspiro de primavera,
llenando mi vida de luz y tonos infinitos.
Sus ojos, claros y resplandecientes,
son el reflejo luminoso de mi alma.
Recuerdo aquel primer encuentro,
su carita tierna, dormilona, radiante.
Mi corazón galopaba, como un reloj incansable;
las manos temblorosas, ansiosas por acariciar
sus frágiles cabellos de seda.
Mis ojos destilaban lágrimas al verla,
inolvidable en cada minuto, en cada segundo, en cada instante,
desde sus pasos tambaleantes,
hasta el día de hoy.
¡Cómo olvidarlo!
Su primer acento… pá… pá… pá…
El dulce bisbiseo de sus labios,
un acorde perfecto para mis oídos,
y una brisa fresca que acaricia mi alma.
Es mi dicha única, mi mariposa hermosa,
mi dueña intangible.
Por ella camino,
y mi esperanza avanza a su lado.
Sus ojos son míos,
ella es mi visión.
Ella es mi amor,
mi corazón le pertenece,
y mi vida es suya.
Saber que está aquí,
y que estará a mi lado por siempre,
es mi alegría,
aunque a veces el miedo se asome,
al pensar que un día podrá volar.
Alas que se elevarán,
pero yo seguiré observando su vuelo,
sin limitar su trayecto,
como el viento que ronda.
Ni demasiado cerca, ni demasiado lejos.
Ella es mi horizonte, la razón de mi vida,
el impulso que me impulsa,
el motor de mis logros.
Es un orgullo mostrarle su camino,
paso a paso,
señal tras señal, como su fiel copiloto.
© Corazón Bardo