Mendigo no soy,
pero me confunden con uno;
creen que, por ser pobre,
pueden burlarse.
Al sátiro, la gracia;
al malévolo, la alquimia;
y al desgraciado, el castigo
de tener dicha… dicha de mala fama.
Unas sombras casi perfectas
pasan siempre a mi lado;
dicen tener sentimientos,
mas solo poseen el peso
de tener negra la conciencia.
Dime… ¿Por qué no sonríes?
Mira… escribiré sobre verdades,
poco serenas e irónicas;
mas las sílabas, al burlarse, se reirán y asustarán;
y… ¡sonreíste! Con mucha duda y asombro,
pero lo hiciste.
¡Jajajaja!... Ser payaso y escribir,
es llorar y arrancar
pedacitos de tu alma, con suavidad, ternura y calidad.
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