Ya no recuerdo su voz
ni de su cuerpo las formas;
¡pero en mis labios reposa
de sus besos el sabor!
Nuestras noches de pasión
ya no asaltan mi memoria;
¡pero respiro su aroma
que en mi lecho se quedó!
El color de su mirada
se me olvidó por completo;
¡pero conservo en el alma
ése cálido reflejo
que mi estancia iluminaba
con el brillo de un lucero!
Autor: Aníbal Rodríguez.