Adrian VeMo

Espuma

Vuelve la espuma dorada

nacida en mi boca

y deja semilla en la tierra;

permaneces tranquila y vulnerable

al pie de tu orilla.

Estatua hecha de azúcar y trigo

aguarda el ajeno perfume

que expeles en la madrugada

y trae a tu límite azul

el canto de bailarinas del harén.

Un ímpetu

de sangre

de sudor

de trémulos espasmos

mide tu distanca ígnea

te arrolla

y callas.

 

Hay en la luna

una escuela de felatrices

y dentro libros, de Freud, abiertos.

Afrodita no concilia el sueño

ensimismada

con desnudar el sexo del sol.

Los matemáticos no hallaron

simetría

en el ombligo de una mujer.

Hoy de nuevo muere un loco

que logró bañarse

con agua de arco iris

y su cuerpo servirá de cimiento

para un manicomio.

Ya olvidaron los días lunes

asomar por el tragaluz

y sorprendernos

mordiendo una manzana.

 

Callas porque tienes palabras

y no es propicio

interrumpir los gemidos

que suben a tocarnos los dientes

y se dan muerte

en los huesos.

Tus párpados caídos

iluminan más

que una antorcha en la nieve;

bajo y vuelvo a dejar espuma

en tu diurno nenúfar oleoso.