¡De las musas, un jardín!
Del jardín más florido de rosas,
el rosal bebía luces de su amado jardinero.
Él, atento y gentil,
libaba cantos de emoción
mientras un ramillete de rosas
pendía de su corazón,
preñado de frescura y ambrosía.
A cada rosa,
como vate y noble caballero,
la vestía con sutilezas de agua,
y perfumes de suspiros.
Para ti, amada Rosa roja,
del fino carmesí.
Pongo todo mi anhelo,
Tú, de mi jardín la consentida.
¡Rosa del puro amor...
para ti mi vida!
Rosaura,
coronada de diamantino tulipán,
auras doradas,
rosas amarillas como soles.
En su juventud, bondadosa y justa,
Pero luego, celosa y ambiciosa,
“¡como un desliz que tintinea en mí cabeza!”
Raquel,
musa de versos y sueños,
rosa azul que torna el poema
en misterio y desamor,
fragancia sutil,
¡pétalo de palabras
que vienen... y van!
Roxana,
divina y seductora,
donde cantos de mujeres
ensalzan su piel anaranjada.
Majestuosa entre rosas,
perfumada de pasiones,
¡belleza que alumbra mis soñados huertos!
Rosalía:
allí revolotean avecillas
y gráciles zumbadores
festejan la tierra,
la frescura de su simpatía.
¡Cantad, flautas y gaitas!
¡rosas, rosas,
floralias de todas sus vidas!
Bianca Rosa,
donde Dios pone en las macetas
la pureza blanca.
El viento susurra secretos de amor,
la danza de anillos y promesas,
¡deliquios y esplendores de belleza!
¡Rosas, todas!
¡todas rosas!
armonía, bondad y alegría,
donde amistad e inocencia crecen.
¡Y el rosal… beso divino!
¡Es la flor eterna que en cada rosa permanece!