Amarte una noche sin luna y llenarla toda de estrellas. Amarte en un mar sin olas y desencadenar tormentas.
Amarte una tarde fría y gris y encender el ocaso de fiesta. Amarte sin palabras y en silencio y dejar que canten voces sin penas.
Amarte bajo la lluvia hasta que el sol anuncie una nueva primavera. Amarte y olvidarse del mundo para que florezcan las piedras.
Amarte y volver a amarte sembrando rocío de perlas. Por el valle mismo de la vida, que riega mañanas eternas.