Ni a la primera, ni a la segunda
pueden salir las buenas palabras,
que a través de la noche conduzcan
los tanteantes pasos de las almas.
Ya mis escritos no son frecuentes
ni es constante el lápiz en mi mano,
ahora sólo escribo de repente
cuando mis fuerzas van acabando.
Quisiera hablarles de fantasías
y no haber destapado lo oculto:
la verdad que yacía escondida
por un tirano que te quiere insulso.
Esconder el talento no sirve;
y si lo que profesas es verdad
verás que el tiempo es el que decide
si de Dios viene, o es terrenal.
Todos buscan los vítores de fama
hasta olvidarse de ellos por completo;
gracias por decir, mientras oraba
que el ruido del aplauso es hueco.
Hay en mí un jardín escondido
al cual siempre bendices con lluvia,
sin importar si escribo o no escribo,
sin importar que el verso fluya.
W.M®