Olvidé que mis días
ya no tienen horas
y que todo ahora
es solo un largo manto
de instantes fugaces.
Olvidé que el amor
no quiso quedarse
aquella tarde de invierno,
y que desde entonces,
fue todo un exceso
de melancolía y culpa
de angustia y desprecio.
Olvidé que el tiempo
nunca pasa y siempre queda,
agazapado y solo,
como esperando el milagro
del eterno olvido.
Olvidé que debía borrar
cada huella que dejaste:
sobre mi piel,
en mi alma
y en algún otro sueño
que perdió su estrella
y también , en esta larga lluvia
que cae
sobre el reloj pausado
de mi corazón.
A veces el olvido
me pega tan fuerte
que lo recuerdo todo:
sonrisas, promesas, historias
ruegos, llantos
y un amor intacto
a pesar de sus pedazos.
Y por eso sé
que el amor es la esencia
que desarma mis angustias
y las transforma en cielo,
a pesar de los mil abismos
de mi frágil corazón,
que recuerda y no olvida,
y que sigue amando todo
con cada fibra de mi alma
y con cada milímetro
de mi piel...
.
Ana María Indacochea Garreta
Enero 13 2025