A lo largo de mi vida escuché palabras,
dulces promesas que el viento llevaba.
Sonaban bien, llenas de amor,
pero nunca tocaron mi corazón.
Eran susurros que el tiempo olvidaba,
ecos vacíos que nada dejaban.
Frases hermosas, de gran resplandor,
mas no lograban darme calor.
Sin embargo, existe una voz,
capaz de cambiar la más gris emoción.
Al oír mi nombre en sus labios nacer,
mi alma despierta, comienza a florecer.
Si tristeza me envuelve en su manto de frío,
basta su tono para aliviar mi hastío.
Un simple instante de su vibración
rompe cadenas de mi aflicción.
Y cuando sus labios me regalan amor,
palabras bellas que cruzan mi interior,
se desvanecen las sombras, sin temor,
pues su voz es llave y mi corazón, flor.
Es increíble cómo una sola presencia,
le da a la vida toda su esencia.
Aquello que antes carecía de sentido,
hoy brilla en su voz... y estoy bendecido.