El mismo día que nací, allá por diciembre del año 1972, se presentó mi abuelo paterno (a quien la vida no me dio el honor de conocer, pues muere a los pocos meses) en la clínica, y me regaló unos versos de Espronceda, escritos sobre un papel que aún conservo. Versos que creo signaron mi vida para siempre...
Amor!!
¡Oh llama santa! ¡celestial anhelo!
¡Sentimiento purísimo! memoria
Acaso triste de un perdido cielo,
quizá esperanza de futura gloria!
José de Espronceda
DEL SER
con la Divinidad
Soy sombra que dialoga con la luz
y luz que huye de las sombras
Sombra que se achica si te nombra
luz que se agranda con tu aurora
Soy tierra a quien le diste forma
Forma que recibió tu halo
duro cual hueso marmolado
pero también quien ama tu norma
con la vida misma
Soy herida abierta que derrama
sangre de dolor y queja
Soy aquella abierta reja
que nunca cierra sus hojas magras
Un carro que nunca arranca por dañado
Soy un tren que nunca llega
Un hombre parado en la vereda
que observa el paso de los años
con el amor
Soy ese viento que silba en tu ventana
y desesperado lucha por entrar
Perro que mueve su cola sin parar
Soy ese tenue calor bajo tus sábanas
Ese aire fresco que respiras de mañana
y la jaqueca que sin querer te daña
Soy quien carga con tus mañas
y también quien te da eso que amas
Síntesis
Soy lo que no quiero
lo que puedo
lo que debo y no debo
lo que anhelo
Soy parte de la manada
que sobrevive al infierno
O quizá sea un pedazo de cielo
que como tantos, lucha por no ser nada.
SANTIAGO ALBOHERNA