Es la vida un sueño que apenas despierta,
un eco lejano de risas y llantos,
donde el alma se pierde entre desencantos,
y la verdad, una puerta entreabierta.
Jugamos al tiempo con manos vacías,
tejiendo caminos de luces y sombras,
y el destino, que siempre a ciegas se nombra,
se burla en silencio de nuestras porfías.
Ficción o realidad, pregunta el poeta,
mientras escribe con tinta invisible,
en cada verso, un reflejo intangible,
del alma errante que nunca se aquieta.
Al final, ¿Qué importa si todo es un juego?
Si amamos, vivimos; si soñamos, creemos.
Justo Aldu
Panameño
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